jueves, 18 de noviembre de 2010

Movimiento Indigenista: Desarrollo, entorno y pintura

A inicios del siglo XX, el Perú vivía una etapa de cambios importantes en el contexto histórico de la sociedad. El ambiente estaba cargado por un intenso sentimiento de afirmación nacional  y optimismo por el comienzo de una nueva era.  Atrás habían quedado los penosos residuos o rezagos de la guerra del Pacífico. Ante ello, la generación que se avecinaba pretendía conglomerar las masas populares con ideas nuevas y cimentar una identidad nacional. Uno de los inicios de este sendero es el “Movimiento Indígena” o comúnmente llamado “Indigenismo”.

El Gamonal. José Sabogal
En el ámbito pictórico tenemos a José Sabogal como su máximo representante y precursor de esta corriente. Sabogal se encargó de difundir esta corriente en todas las clases sociales y con una aceptación que imprescindible. Ante ello, distintos autores e intelectuales se unieron y fomentaron el redescubrimiento y revaloración de la temática peruana que se había resquebrajado por los conflictos ocurridos en las instancias finales de la República Aristocrática. Por nombrar a algunos tenemos a Camilo Blas, José Carlos Mariátegui,  Manuel González Prada, Víctor Raúl Haya de la Torre, Jorge Basadre, César Vallejo, entre otros. El auge del movimiento indigenista duró aproximadamente 20 años.[1]
José Arnaldo Sabogal Diéguez nació en Cajabamba (Cajamarca), el 19 de marzo de 1888.[2] Viajó rutinariamente a Europa, especialmente a Italia, por los años 1908 y 1913. En su estancia, visitó las viejas urbes del viejo continente y algunas ciudades de África. Regresó a América y residió en Jujuy–Argentina. Ahí estudio en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Además, conoció al pintor costumbrista Jorge Bermúdez, quien le inculcó el valor de la justicia y comportamiento de un defensor del medio rural, no cabe dudas que él influyo en su formación y sembró la semilla del movimiento de Sabogal. Regresa a Perú a finales de 1918, exactamente a Cuzco, donde se dedicó a pintar y en 1919 vuelve a Lima presentándose en una exposición de la casa de “Brandes”. Causó gran admiración entre los concurridos al evento por un nuevo punto de vista de ver la realidad.

José Sabogal. Autorretrato
Específicamente en el arte, la inquietud nacionalista floreció en este pintor. En sus lienzos expresó la realidad indígena muchas veces timada por otros artistas. Sabogal no sólo insistía en un cambio profundo en el pensamiento intelectual de la sociedad, sino tomaba en consideración a sus representaciones de la siguiente manera:
“El indio y su entorno se convirtieron en el tema protagónico de su pintura y su obra en una cruzada de reencuentro con la realidad del Perú profundo, en contraposición a la reinante inclinación por los gustos europeos y la formación académica que había captado la atención de la plástica peruana del siglo XX.”  (Mujica 2006: 198)
Atractiva y llamativa forma de analizar desde otra perspectiva para quienes se inmiscuían al mundo de la pintura del siglo XX. Básicamente, Sabogal se interesó en plasmar en sus lienzos el retrato de una sociedad muy pocas veces vista, por no decir nunca. Es que cada una de sus obras tomaba aspectos distintos a su pintura y a su ideología. Como pintor, Sabogal, profesaba un tipo de pintura fuerte, en la que exageraba los rasgos de sus personajes, prefirió las pinceladas gruesas y directas, los acabados poco refinados y los colores violentos, algo nunca antes visto. La utilización de la alegoría[3] fue un recurso que acudió con frecuencia. No sólo en sus murales, sino en sus caballetes. Una de las facetas más notables de la obra de Sabogal, son sus grabados, en su mayoría xilografías[4], actividad que enseño y compartió con su grupo.

Cuesta de Huaynapata. José Sabogal
 Sabogal le impactaba recorrer todo el Perú, siempre en búsqueda de las expresiones populares, en las que albergaba el verdadero espíritu de la expresión local y ancestral. Pese a su entusiasmo, empeño y cada vez más su firme liderazgo, Sabogal no logró concretar su anhelo de grandes muros habitados por sus imágenes.[5] Sin embargo, hoy en día, su legado ha consistido en obras de regular tamaño. En consecuencia, derivó, en muchas residencias e instituciones, como el inicio del arte mural contemporáneo o usualmente llamado graffiti.
El movimiento indigenista significó una afirmación total de lo autóctono frente a lo foráneo. Evadió toda costumbre antes vista y que en tiempos arcaicos se relegaba a una nueva tradición y modo de vida. A tal punto que podemos afirmar que esta corriente de pintura entró en una etapa decisiva de la modernidad del siglo XX con la incursión de la mujer en las artes plásticas peruanas. Julia Codesido (1892 – 1979) y Teresa Carvallo (1903 – 1988) fueron excelentes exponentes de la pintura indigenista.[6] En cuanto a Codesido, su pintura pasó por muchas etapas fue alumna de Sabogal y su trazo era muy parecido. En sus años finales como plástica, sin perder lo propio, se relacionó con el expresionismo europeo. Carvallo también aportó al movimiento con su pintura de corte costumbrista vinculada a la costa, de intenso colorido.[7]
Finalmente, tenemos a Camilo Blas y Enrique Camino Brent. Alfonso Sánchez Urteaga, más conocido como Camilo Blas, fue discípulo de Sabogal. Su obra transmite una visión sencilla y directa de los distintos pueblos que recorría e impresionaban. Es como si el pintor, embelesado por el paisaje costumbrista, quisiera compartir su encanto con nosotros.[8] Su tema es puramente costumbrista donde refleja su predilección por el Indigenismo purista. Enrique Camino Brent se dedicó a plasmar los principales escenarios indigenistas. Ha dejado estupendos lienzos de rincones pueblerinos cargados de embrujo, místicos paisajes. Si bien es cierto, sus obras presentan un cierto tipo de irrealidad. Es como si atraviesa de la pintura alegre y llamativa de dinámicas pinceladas hubiese la inconsciente necesidad de ir más allá de lo que uno ve.

Cuesta de Pumacurco. Camilo Blas
Lastimosamente, el Indigenismo no dejó simpatizantes, ni relaciones con algún otro grupo que no se haya establecido, enlazado y graduado en la Escuela de Bellas Artes. El fin de esta corriente tuvo lugar en el año 1943 con la salida definitiva de Sabogal de la Escuela de Bellas Artes por conflictos administrativos. Sin embargo, el movimiento despertó la conciencia del país hacia la revaloración a lo propio. Algunos estudios relatan que tras la salida de Sabogal de la EBA se generó una corriente hernandina[9] con un “gusto afrancesado academicista”[10] y entre estas dos corrientes antagónicas nació el estilo Neoperuano. Esta nueva corriente continuó con los temas enseñados en la corriente indigenista, pero con una excelencia plástica en lo que concerniente a la ejecución pictórica. En otras plabras, en el trazo suave, preciso y con un acentuado paisaje que salta de lo empírico. Es de suma importancia hablar de ella, pues sus seguidores han sido considerados como “indigenistas independientes”.
A modo de conclusión quisiéramos recalcar que con Sabogal, y a partir de él, lo peruano, lo indígena, lo vernacular y lo propio adquieren un nuevo sentido: se inició una recuperación valorativa y caló en los espíritus de todos los hombres quienes cambiaron la vergüenza por el orgullo, el olvido por el rescate, el desprecio por la valoración. Aquello que llamamos búsqueda de identidad puede bien tener sus raíces en aquellos años.
Amancaes. José Sabogal

[1] Cfr. Mujica 2006: 208
[2] Cfr. Román 2009: 21
[3] Representación simbólica de ideas abstractas por medio de figuras o atributos.
[4] Arte de grabar en madera.
[5] Cfr. Román 2009: 84
[6] Cfr. Mujica 2006: 201
[7] Cfr. Mujica 2006: 201
[8] Cfr. Mujica 2006: 202
[9] Movimiento post-indigenista formado por Daniel Hernández, se dice que tenía diferencias con Sabogal.
[10] Cfr. Mujica 2006: 208


Linea del tiempo


Empezando con la pintura prehispánica que se empezó a desarrollar en el S.I hasta aproximadamente el S.XVII, continúa la escuela Cusqueña que empieza en 1583 con la llegada de Bernardo Bitti (S.XVI y XVII). Luego le sigue el arte colonial que se dio en el S.XVIII, siendo todos estos una inspiración para la creación de la pintura Indigenista que comenzó en el S.XX. Finalmente, tenemos al Graffiti que solía considerarse un arte callejero, pero ya no más, ya que ha demostrado ser una forma de expresión artística.

Pintura Indigenista s XX

La pintura Indigenista, a pesar de no ser muraria, se relaciona directamente con un sentimiento profundo  y que se expresaba por las masas, entiendo como masas, la mayor cantidad de la población peruana indígena a comienzos del siglo XX. 
Para comenzar este hito, presentaremos un artículo del diario El Peruano sobre la vida y obra del pintor peruano Jose Sabogal, clasificado por la crítica nacional como el primer pintor indigenista al tener como motivos principales de su obra los paisajes y personajes cotidianos del Perú rural.
 


El artista olvidado
Por Domingo Tamariz Lúcar.
Periodista
 
Llegó al mundo de la pintura en una época en que la imagen del hombre andino y su entorno eran totalmente ajenos al arte. Fue así hasta 1919, año en que José Sabogal presentó una exposición donde por primera vez “el indio real y contemporáneo –a decir de Luis Eduardo Waffarden (sic)– se convertía en personaje central de la pintura”.

Hace unas semanas, se cumplieron 120 años del nacimiento de este excepcional pintor y, sin embargo, nadie lo recordó, siquiera en unas líneas. Dos años atrás sucedió lo mismo al conmemorarse, nada menos que 50 años de su muerte. Es lamentable que esto ocurra con el hombre que pugnó por darle un sello original a la pintura peruana. José Sabogal nació en el pueblito de Cajabamba (Cajamarca), el 19 de marzo de 1888. Ni bien terminó la secundaria ya soñaba con recorrer el mundo. A los 16 años trabajó en la hacienda Cartavio y empezó a ahorrar para plasmar ese sueño. En 1908 viajó a Europa y se instaló en Roma.
“Mi permanencia en esa ciudad, sumergido en su poderoso ambiente de arte y luchando por el estudio y por el sustento, fue una etapa intensa, inquietante y básica en mi formación estética...” –anota Sabogal en sus memorias–. De Italia pasó a Marruecos, luego a Francia y España. En 1910 regresó a América, y ancló en Buenos Aires, donde reinició sus estudios de pintura.

Dos años después, al concluir sus estudios, funge de profesor de dibujo en la Escuela Normal de Juanjuy, región que conservaba grandes huellas de su pasado incaico. Allí conoce al profesor Jorge Bermúdez, pintor localista, cuya temática influyó, sin duda, en su decisión de pintar temas vernaculares. Planeó entonces viajar al Cusco.

En la ciudad imperial vivió seis meses prendado por la magia de sus calles, plazas, iglesias. Fue allí donde inició su etapa indigenista. Al año siguiente irrumpía en Lima con una exposición que haría historia. En 1920, Daniel Hernández lo nombró profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes, recientemente inaugurada. En 1922 se casó con la escritora María Wiese. Ese mismo año viajó a México, donde alternó con Rivera y Orozco, cuyas pinturas lo impactan tremendamente.
Es la época en que conoce a Mariátegui. Sabogal es el autor del logo de la revista Amauta, de inconfundible corte indigenista. A la muerte de Hernández pasó a ejercer la dirección de Bellas Artes, donde durante diez años infundió a sus alumnos la necesidad de crear un estilo indigenista. Lo siguen en esa orientación: Julia Codesido, Camilo Blas, Enrique Camino Brent, Jorge Vinatea Reinoso, Carlota Carvallo y Apurímac (Alejandro González, pintor trujillano). Sabogal precisó, en cuanta oportunidad tuvo, el sentido del movimiento. No era su propósito pintar indios, como muchos creen, sino hacer un tipo de arte original, que expresara el carácter y la idiosincracia del Perú.

En 1943 renunció a la dirección de Bellas Artes y tres años después fundó el Instituto de Arte Peruano. Se dedicó entonces con más ahínco que nunca al estudio de las artes populares y escribió varios libros: Mates burilados, Pancho Fierro, El toro en las artes populares del Perú, entre otros.
Pinta, hace xilografía, escribe y concibe murales, como el del Hotel de Turistas del Cusco y el tríptico de estampas limeñas del Hotel Maury.
Su trabajo es intenso. Y así, en ese apasionado empeño, lo sorprende la muerte, el 15 de diciembre de 1956. Su arte comprende, ha escrito Basadre: “el Perú en su variedad histórica, geográfica y étnica”.
 __________________________
 
Fuente: Blog El Arte Calato. Blog de Arte Contemporáneo. 
(http://miraaeselococalato.blogspot.com/2008/04/reconocimiento-jos-sabogal-el-artista.html)  

Grandes maestros de la pintura Cusqueña

Bernardo Bitti no fue peruano, nació en la ciudad de Camerino, Italia. Se podría decir que fue su llegada al Perú la que dio comienzo al desarrollo del arte cusqueño, es él quien introduce una de las corrientes en boga en Europa al Cusco: el manierismo, el cual es un estilo artístico que predominó en Italia desde el final del Alto Renacimiento[1]. Bitti era un padre jesuita que llego al Perú el 31 de Mayo de 1574 para ‘’evangelizar’’ a través del arte, siendo esta una solicitud del padre Bracamonte que pertenecía a la Compañía de Jesús. Este Jesuita trabajó en lima desde el año 1575, en 1583 se fue a Cusco donde permaneció hasta fines de 1584 formando parte de la construcción del altar mayor de la iglesia de la Compañía de Jesús. Luego, en 1585, viaja a Juli, Puno; La Paz, Bolivia y a Arequipa entre otros sitios más, haciendo que visite Lima, Cusco y Juli en repetidas ocasiones. El año 1592, Bitti conoció a Mateo Pérez de Alesio quien también fue un importante pintor Italiano en el Perú, fue de Pérez de Alesio de quien recibió la influencia de pintar las ‘’madonas’’, que era la representación de la Virgen María, madre de Jesús, en su forma artística occidental. Según algunos historiadores, como José de Meza y Teresa Gisbert, Bitti alternó su estancia entre Chuquisaca y Arequipa entre los años 1595 y 1600. Bernardo Bitti fue un pintor y escultor muy reconocido en Sudamérica en el siglo XVI, nunca llego a firmar sus cuadros, pero su estilo era inconfundible. Dos de sus cuadros más reconocidos son la “Coronación de la Virgen” y la “Virgen de la Candelaria”, que forman parte del trabajo que se le fue asignado, el cual consistía en realizar una colección de pinturas para el Colegio de los Jesuitas y para la Iglesia de San Pedro en Lima. La presencia y los trabajos de Bitti en las diferentes ciudades donde vivió desde que llego al Perú fueron una gran influencia en futuros pintores de ascendencia indígena como Gregoria Gamarra, Lázaro Pardo de Lagos y Diego Cusihuamán[2]. En 1604 retornó a Lima, donde permaneció hasta el día de su muerte en 1610.  








A finales del siglo XVII los pintores y artistas Italianos fueron desapareciendo mientras que los artistas mestizos empezaron a aumentar e incorporarse en el arte cusqueño. Es ahí cuando la pintura cusqueña adquiere una identidad propia al distanciarse de los modelos europeos y más bien basarse en lo ‘’indígena’’. Debido a este motivo, entre los años 1650 y 1730 destacan los grandes maestros cusqueños[3]. Las obras de estos pudieron ser registradas, ya que desde un principio firmaron todas sus obras y trabajos. El pintor más conocido y el que produjo la ruptura entre lo ‘’español’’ y lo autóctono es Diego Quispe Tito.





Marcos Zapata:

Nacido en Cusco el año 1710, fue uno de los últimos artistas de la escuela cusqueña de pintura. Se le conoce por haber dedicado gran parte de sus cuadros a temas religiosos. Entre los años 1748 y 1764 hizo por los menos 200 cuadros, de los cuales 24 fueron sobre La vida de San Francisco de Asís; 50 lienzos sobre la Letanía Laurentina que fueron hechos para la Catedral del Cusco y 73 trabajos para La Compañía, que son el conjunto de Iglesias en el Cusco. Zapata empieza a tocar temas de la Virgen, el cual fue inspirado por las estampas grabadas por Christoph Thomas Scheffler en el año 1732. Luego, los Jesuitas le encargan hacer unas pinturas y con la ayuda de su discípulo Cipriano Gutiérrez, logra pintar la Virgen Entronizada en el año 1764. Debido a todas las copias que circularon en toda la región de este cuadro, se sobreentiende que tuvo mucha aceptación. En el año 1773, su muerte le da el fin a su carrera como artista.

La ultima cena






[1] Wikipedia 2010
[2] Cfr Mario Luque Pacasa 2010
[3] Cfr Mario Luque Pacasa 2010




viernes, 29 de octubre de 2010

Pinturas Murales Mochica


La Cultura Moche o Mochica se desarrolló durante los ocho primeros siglos de la era cristiana, en lo que hoy son los departamentos de Lambayeque, La Libertad y Ancash, en la costa norte del Perú.[1] Ellos se destacaron por la belleza de sus templos y la excelente calidad de sus pinturas murales fue utilizada para decorar espacios ceremoniales de gran importancia. Del mismo modo  pintaron calendarios ceremoniales; entre las principales pinturas murales tenemos, en Huaca de Cao, (Magdalena de Cao), Huaca El Brujo (Chicama), en Pañamarca (valle de Nepaña), Huaca Pintada (Illimo), Huaca de La Luna (valle de Moche).

Uno de los lugares claves para poder entender las expresiones murales más conspicuas de los Mochicas es el "Complejo Arqueológico El Brujo", el cual se ubica sobre la margen derecha del río Chicama, muy cerca al litoral del Océano Pacífico, en el distrito de Magdalena de Cao, provincia de Ascope, departamento de La Libertad en el norte del Perú.[2] Aquí los Mochicas edificaron huacas que destacaron por las hermosas pinturas murales, la mayoría de los muros y paredes están adornados con representaciones en alto relieve de variados colores.

El complejo arqueológico está constituido por las huacas El Brujo (huaca Cortada) y Cao Viejo (huaca Blanca), en cuyas paredes presentan pinturas murales de que tienen unos relieves de gran hermosura y que han sido perfectamente conservados. La imagen más conocida es la del "Degollador de Cabezas" y las figuras más antiguas que se encuentran aquí son patrones intrincados con características parecidas a las de las serpientes que están pintadas en colores como el amarillo y el rojo. En otros muros también se puede apreciar otros animales como los peces, así como representaciones de la vida diaria y hasta aquellas que muestran escenas de sacrificios humanos.[3]


Las pirámides de Cao Viejo y Huaca Cortada fueron los más importantes edificios para los Mochicas en el valle de Chicama (norte de Perú), como centro del poder y la religión en su tiempo, hoy en día El Complejo Arqueológico el Brujo es una de las más importantes huacas del Perú como centro de las principales investigaciones arqueológicas, motivo de orgullo y centro de atracción para los visitantes del mundo.[4]

Por otro lado el centro ceremonial Pañamarca mostraba en sus paredes varias de las más hermosas e importantes pinturas murales de la cultura Moche. Estos murales mostraban prisioneros con el cuerpo rodeado de serpientes, hombres con enormes garras que hacen cabriolas amenazadoras, zorros sagrados con alas que hacen ofrendas de chicha con copa de plata, sacerdotes con panojelías que constan de elaborados tocados de cabeza, estas finamente tejidas y plumas que van desfilando con el fin de halagar a los dioses o de asustar al espectador.[5] Pero por falta de conservación estos dibujos se han borrado y hoy solo es la ruina de una ruina.´
             

 Por último, La Huaca de la Luna conserva interesantes pinturas murales de 5 colores (blanco, negro, rojo, azul y amarillo), los cuales fueron obtenidos de minerales. En las paredes se puede apreciar la divinidad moche llamada Ai apaec o el dios degollador. Aquí también destacan hermosos murales adornados con frisos y relieves policromados con motivos ligados a mitos como se aprecia en el mural de la "Rebelión de los Artefactos".


[1] Cfr. HUACASDEMOCHE 2010
[2] Cfr. TAVERA 2010
[3] Cfr. SOBRE-PERU 2007
[4] Cfr. TAVERA 2010
[5] Cfr. SPERO 2010

BIBLIOGRAFIA:
FRANCO, Régulo, GÁLVEZ, César, VÁSQUEZ Segundo. (2002) Graffiti Mochica en la Huaca Cao Viejo, Complejo El Brujo.(http://www.ifeanet.org/publicaciones/boletines/30(2)/359.pdf) (Fecha de consulta: 18 de octubre del 2010) 
KAUFFMANN DOIGFederico (2002) Historia y Arte del Perú Antiguo, Tomo 2. Lima: PEISA.
TAVERA, Lizardo (2010) Arqueología del Perú (http://www.arqueologiadelperu.com.ar/) (consulta: 17 de octubre del 2010)

 Sobre Perú. (2007) Huaca el Brujo, Centro religioso Mochica. (http://sobre-peru.com/2009/11/16/huaca-el-brujo-centro-religioso-  mochica/) (Consulta: 18 de Octubre del 2010)
Sitio web oficial de San Jacinto en Nepeña (2010) (http://www.spero.org.pe/panamarca.htm) (Fecha de consulta: 19 de octubre del 2010)
Sitio web oficial del Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna (2010)(http://www.huacasdemoche.pe/dominiomoche.html) (Fecha de consulta: 18 de Octubre del 2010)

jueves, 28 de octubre de 2010

BIBLIOGRAFIA

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BRAVO, Felipe. El movimiento del graffiti en Lima. (http:www.ich.edu.pe/ururi/26/links/10-11.pdf) (Fecha de consulta: 17 de octubre del 2010)
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Pinturas de la Escuela Cuzqueña

Diego Quispe Tito fue uno de los mejores pintores indios de la escuela cusqueña:
‘’Fue el pintor cuzqueño más importante del s. XVII, que partiendo del manierismo (v. MANIERISMO I B) llegó a crear un estilo local que fue característico de lo que más tarde se llamó «escuela cuzqueña de pintura»’’. (Enciclopedia GER 2010)
 Su originalidad fue lo que volvió sus pinturas tan importantes. Nació en el año 1611 en la parroquia de San Sebastián, distrito localizado dentro de la ciudad de Cusco. No se tiene muchos datos sobre su comienzo en el arte, excepto el registro del año de su primer lienzo: 1627[1]. Las pinturas de Quispe tuvieron dos etapas. La primera se caracterizaba por tener rasgos de manierismo, que es un estilo artístico que predominó en Italia desde el final del Alto Renacimiento hasta los comienzos del período Barroco, mientras que en la segunda se puede apreciar la influencia de los grabados flamencos. Asimismo, fue seguidor de Gregorio Gamarra y Bernardo Bitti, siendo ambos pintores que aportaron en la escuela cusqueña con sus obras. Algunas de las características de las pinturas de Quispe, las cuales empezaron a ser usadas con más frecuencia desde entonces son la libertad en el manejo de las perspectivas y la abundancia de aves en árboles frondosos.  El uso de estos animales, sobre todo los papagayos selváticos, es interpretado por algunos investigadores como un signo secreto que representaría a la nobleza incaica o la resistencia andina[2]. Las obras más valiosas de este pintor indio se encuentran en la iglesia de su pueblo natal: San Sebastián. Algunas de sus pinturas más importantes son:
La vision de la Cruz

El Retorno de Egipto

El signo Zodiacal







[1] Gisbert 2009
[2] Urrero 2007
[3] Urrero 2007


Bibliografia:
URRERO, Guzman (2007) Maestros de la escuela cuzqueña (http://www.guzmanurrero.es/index.php/Arte/Maestros-de-la-escuela-cuzquena.html) (Fecha de consulta: 04 de noviembre del 2010)


Biografías y Vidas. Sitio web. (http://www.biografiasyvidas.com/biografia/q/quispe.html) (Fecha de consulta: 13 de noviembre del 2010)


TOLEDO, Gerardo (2009) Biografía de Diego Quispe Tito. (http://nuestraenciclopedia.blogspot.com/2009/09/biografia-de-diego-quispe-tito.html) (Fecha de consulta: 14 de noviembre del 2010)
 (http://nuestraenciclopedia.blogspot.com/2009/09/biografia-de-diego-quispe-tito.html)