A inicios del siglo XX, el Perú vivía una etapa de cambios importantes en el contexto histórico de la sociedad. El ambiente estaba cargado por un intenso sentimiento de afirmación nacional y optimismo por el comienzo de una nueva era. Atrás habían quedado los penosos residuos o rezagos de la guerra del Pacífico. Ante ello, la generación que se avecinaba pretendía conglomerar las masas populares con ideas nuevas y cimentar una identidad nacional. Uno de los inicios de este sendero es el “Movimiento Indígena” o comúnmente llamado “Indigenismo”.
En el ámbito pictórico tenemos a José Sabogal como su máximo representante y precursor de esta corriente. Sabogal se encargó de difundir esta corriente en todas las clases sociales y con una aceptación que imprescindible. Ante ello, distintos autores e intelectuales se unieron y fomentaron el redescubrimiento y revaloración de la temática peruana que se había resquebrajado por los conflictos ocurridos en las instancias finales de la República Aristocrática. Por nombrar a algunos tenemos a Camilo Blas, José Carlos Mariátegui, Manuel González Prada, Víctor Raúl Haya de la Torre, Jorge Basadre, César Vallejo, entre otros. El auge del movimiento indigenista duró aproximadamente 20 años.[1]
El Gamonal. José Sabogal |
José Arnaldo Sabogal Diéguez nació en Cajabamba (Cajamarca), el 19 de marzo de 1888.[2] Viajó rutinariamente a Europa, especialmente a Italia, por los años 1908 y 1913. En su estancia, visitó las viejas urbes del viejo continente y algunas ciudades de África. Regresó a América y residió en Jujuy–Argentina. Ahí estudio en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Además, conoció al pintor costumbrista Jorge Bermúdez, quien le inculcó el valor de la justicia y comportamiento de un defensor del medio rural, no cabe dudas que él influyo en su formación y sembró la semilla del movimiento de Sabogal. Regresa a Perú a finales de 1918, exactamente a Cuzco, donde se dedicó a pintar y en 1919 vuelve a Lima presentándose en una exposición de la casa de “Brandes”. Causó gran admiración entre los concurridos al evento por un nuevo punto de vista de ver la realidad.
Específicamente en el arte, la inquietud nacionalista floreció en este pintor. En sus lienzos expresó la realidad indígena muchas veces timada por otros artistas. Sabogal no sólo insistía en un cambio profundo en el pensamiento intelectual de la sociedad, sino tomaba en consideración a sus representaciones de la siguiente manera:
José Sabogal. Autorretrato |
“El indio y su entorno se convirtieron en el tema protagónico de su pintura y su obra en una cruzada de reencuentro con la realidad del Perú profundo, en contraposición a la reinante inclinación por los gustos europeos y la formación académica que había captado la atención de la plástica peruana del siglo XX.” (Mujica 2006: 198)
Atractiva y llamativa forma de analizar desde otra perspectiva para quienes se inmiscuían al mundo de la pintura del siglo XX. Básicamente, Sabogal se interesó en plasmar en sus lienzos el retrato de una sociedad muy pocas veces vista, por no decir nunca. Es que cada una de sus obras tomaba aspectos distintos a su pintura y a su ideología. Como pintor, Sabogal, profesaba un tipo de pintura fuerte, en la que exageraba los rasgos de sus personajes, prefirió las pinceladas gruesas y directas, los acabados poco refinados y los colores violentos, algo nunca antes visto. La utilización de la alegoría[3] fue un recurso que acudió con frecuencia. No sólo en sus murales, sino en sus caballetes. Una de las facetas más notables de la obra de Sabogal, son sus grabados, en su mayoría xilografías[4], actividad que enseño y compartió con su grupo.
Sabogal le impactaba recorrer todo el Perú, siempre en búsqueda de las expresiones populares, en las que albergaba el verdadero espíritu de la expresión local y ancestral. Pese a su entusiasmo, empeño y cada vez más su firme liderazgo, Sabogal no logró concretar su anhelo de grandes muros habitados por sus imágenes.[5] Sin embargo, hoy en día, su legado ha consistido en obras de regular tamaño. En consecuencia, derivó, en muchas residencias e instituciones, como el inicio del arte mural contemporáneo o usualmente llamado graffiti.
Cuesta de Huaynapata. José Sabogal |
El movimiento indigenista significó una afirmación total de lo autóctono frente a lo foráneo. Evadió toda costumbre antes vista y que en tiempos arcaicos se relegaba a una nueva tradición y modo de vida. A tal punto que podemos afirmar que esta corriente de pintura entró en una etapa decisiva de la modernidad del siglo XX con la incursión de la mujer en las artes plásticas peruanas. Julia Codesido (1892 – 1979) y Teresa Carvallo (1903 – 1988) fueron excelentes exponentes de la pintura indigenista.[6] En cuanto a Codesido, su pintura pasó por muchas etapas fue alumna de Sabogal y su trazo era muy parecido. En sus años finales como plástica, sin perder lo propio, se relacionó con el expresionismo europeo. Carvallo también aportó al movimiento con su pintura de corte costumbrista vinculada a la costa, de intenso colorido.[7]
Finalmente, tenemos a Camilo Blas y Enrique Camino Brent. Alfonso Sánchez Urteaga, más conocido como Camilo Blas, fue discípulo de Sabogal. Su obra transmite una visión sencilla y directa de los distintos pueblos que recorría e impresionaban. Es como si el pintor, embelesado por el paisaje costumbrista, quisiera compartir su encanto con nosotros.[8] Su tema es puramente costumbrista donde refleja su predilección por el Indigenismo purista. Enrique Camino Brent se dedicó a plasmar los principales escenarios indigenistas. Ha dejado estupendos lienzos de rincones pueblerinos cargados de embrujo, místicos paisajes. Si bien es cierto, sus obras presentan un cierto tipo de irrealidad. Es como si atraviesa de la pintura alegre y llamativa de dinámicas pinceladas hubiese la inconsciente necesidad de ir más allá de lo que uno ve.
Lastimosamente, el Indigenismo no dejó simpatizantes, ni relaciones con algún otro grupo que no se haya establecido, enlazado y graduado en la Escuela de Bellas Artes. El fin de esta corriente tuvo lugar en el año 1943 con la salida definitiva de Sabogal de la Escuela de Bellas Artes por conflictos administrativos. Sin embargo, el movimiento despertó la conciencia del país hacia la revaloración a lo propio. Algunos estudios relatan que tras la salida de Sabogal de la EBA se generó una corriente hernandina[9] con un “gusto afrancesado academicista”[10] y entre estas dos corrientes antagónicas nació el estilo Neoperuano. Esta nueva corriente continuó con los temas enseñados en la corriente indigenista, pero con una excelencia plástica en lo que concerniente a la ejecución pictórica. En otras plabras, en el trazo suave, preciso y con un acentuado paisaje que salta de lo empírico. Es de suma importancia hablar de ella, pues sus seguidores han sido considerados como “indigenistas independientes”.
Cuesta de Pumacurco. Camilo Blas |
A modo de conclusión quisiéramos recalcar que con Sabogal, y a partir de él, lo peruano, lo indígena, lo vernacular y lo propio adquieren un nuevo sentido: se inició una recuperación valorativa y caló en los espíritus de todos los hombres quienes cambiaron la vergüenza por el orgullo, el olvido por el rescate, el desprecio por la valoración. Aquello que llamamos búsqueda de identidad puede bien tener sus raíces en aquellos años.
Amancaes. José Sabogal |
[1] Cfr. Mujica 2006: 208
[2] Cfr. Román 2009: 21
[3] Representación simbólica de ideas abstractas por medio de figuras o atributos.
[4] Arte de grabar en madera.
[5] Cfr. Román 2009: 84
[6] Cfr. Mujica 2006: 201
[7] Cfr. Mujica 2006: 201
[8] Cfr. Mujica 2006: 202
[9] Movimiento post-indigenista formado por Daniel Hernández, se dice que tenía diferencias con Sabogal.
[10] Cfr. Mujica 2006: 208