jueves, 21 de octubre de 2010

Cuadros de Mestizaje del Virrey Amat

Uno de los acontecimientos históricos más importantes de los últimos tiempos ha sido, sin duda alguna la exposición de “Los cuadros de mestizaje del Virrey Amat”, suscitado en 1999. Se trata de un conjunto único en su género con indudable interés científico que nos permite conocer cómo era la indumentaria y el adorno personal en el Perú de hace más de dos siglos. Además, se compone de diecisiete de las veinte pinturas que fueron enviadas a España para ilustrar la “mezcla de razas” en el Perú a través de varias generaciones. El presidente del Museo de Arte de Lima (MALI) se pronunció de la siguiente manera, al enterarse que los cuadros regresaban a Perú:
“En 1770 el virrey Amat envió, con destino al Gabinete de Historia Natural del Rey Carlos III, veinte lienzos que representan el mestizaje en la sociedad peruana. Se intentaba así en el marco de la Ilustración hispánica, describir las particularidades de la sociedad y de la geografía americana a través de la imagen visual. Hoy más de dos siglos después, y tras una cuidadosa restauración, estas obras se presentan por primera vez al público peruano.”
Los españoles consideran al mestizaje como una mutación del aspecto físico que atrajo una atención excepcional en la América Virreinal. Tal era esa atracción, que los pintores de la Escuela Mexicana del siglo XVIII la plasmaron en los conocidos como “cuadros del mestizaje”. Estos cuadros de mestizaje, formaron parte de las colecciones del Real Gabinete de Historia Natural. Tal museo presenta dos colecciones completas de cuadros de mestizaje: una mexicana, conformada por dieciséis cuadros y firmada por el pintor poblano José Joaquín Magón; la otra, peruana, compuesta por veinte cuadros y anónima, es la única existente con estas características. Cabe resaltar que hasta el momento se han descubierto más de cien series de estos cuadros, pero gran parte de ellas están incompletas y, como ya hemos mencionado, casi todas son mexicanas, a excepción de la procedente del Perú que se presenta en este tema.
Insertándonos en la época en que se pintaron, se trata de quince años asombrosamente divertidos, faranduleros, matizados con un loable crecimiento económico y bélico junto a una desusada protección de las artes. Lima era la capital esplendorosa de los virreyes en América. Ahí residía la concentración del poder, las armas, la burocracia y la iglesia católica que provenía de un oscuro y cruel período de Inquisición. El gobernador era el Virrey Amat y Junyent,  un catalán de 56 años, militar ascendente en su patria, a quien el gobierno de España lanzó primero a Chile desde 1755 a 1761. Su gobierno fue tan exitoso que lo catapultaron al de Perú, a la cabeza del Virreinato más importante de América. Era de aquellos catalanes extremadamente vigorosos, valientes hasta la exageración, jamás permanecía quieto, visionario empresarial y obtenía sus designios con obsesiva constancia. Gustaba de las mujeres, el buen vino y sobretodo las artes. Asimismo, cuidaba y cultivaba el arte de gobernar con eficiencia. La historia peruana lo recuerda por sus amoríos con la Perricholi, el término fue acuñado por una perversa mezcla entre “perra” y “chola”; no fue ajeno a la creación, la pronunciación acatalanada del virrey.

Virrey Manuel Amat y Junyent
Los diferentes autores que han estudiado y estudian este tipo de pintura no se ponen de acuerdo a la hora de determinar cual fue la causa que le dio origen, ya que es prácticamente inexistente la documentación sobre ella.
En uno de los primeros trabajos sobre cuadros de mestizaje publicado en 1912, se dice que se mandaban pintar por las autoridades virreinales para que sirviesen como códigos, a los cuales tenían que someterse todas las cuestiones en que se ventilasen orígenes mestizo o grados de mesticidad[1].
Otros autores más modernos consideran que fueron producidos para un tipo de público tanto español como criollo. Mientras que para García Sáiz las clasificaciones son el pretexto que les dio origen; ante los ojos de una clientela, que quiso llevar de regreso a su casa una visión real de la sociedad americana y la curiosidad pseudocientífica de muchos hombres ilustrados del s. XVIII pudo ser el punto de arranque de estas obras con una finalidad bastante clara: la de ser “exportados”[2].
En cambio, para Miguel Ángel Fernández su temática era el resultado de las uniones, la interrelación de grupos heterogéneos, es decir, la sociedad, retratada por sí misma, no admite que se hubieran pintado como “evocación nostálgica” por parte de extraños a ella.[3] Ilona Katzew propone también que este tipo de pintura está relacionada con la formación de la identidad de México durante el siglo XVIII[4]. Finalmente, para un autor mexicano como  Klor de Alva la pintura de castas trataba de captar en imágenes, básicamente, la jerarquía socioeconómica, los prejuicios sociales, y las prácticas discriminatorias sobreimpuestas al caos genealógico; la pintura de castas no podía ser inconsistente.[5] En definitiva, esta pintura aparece como un fenómeno típico dentro del espíritu de la Ilustración, cuando se inician las clasificaciones y sistematizaciones de todos los seres de la naturaleza.
Por tal motivo, podemos considerar a “Los cuadros de mestizaje” como la aparición de un nuevo tipo de pintura que mostraba los diferentes grupos humanos surgidos de los tres tipos que conformaban la población de aquel continente: blancos, indígenas y negros. Generalmente, esta pintura se presenta en series de 16 cuadros y muy raramente en un solo lienzo divido en partes, y en ellos encontramos el resultado de las diversas mezclas raciales y sus denominaciones taxonómicas. En México, de donde proceden prácticamente todas las series conocidas hasta ahora, se ha denominado a estos cuadros como “castas”, pues este es el término que se utilizaba allí para designar a las mencionadas mezclas raciales, así como la composición socioeconómica de la sociedad.
Sin embargo, no podemos considerar tales cuadros como “castas”, pues no señala la composición socioeconómica de la sociedad, al no haber ningún tipo de escena que aluda a ella, sino más bien las mezclas que se producían debido a los diferentes “cruces”. Al parecer no solo Darwin y Mendel fueron aquellos que se preocupaban por el tema de herencia y evolución. Quizá, estos cuadros encierran un significado científico para aquel tiempo más que artístico. Asimismo, fueron enviados al Gabinete de Historia Natural que fue, nada menos, una de las principales instituciones científicas del siglo XVIII. Ante ello, es un tema debatible saber si es que estos cuadros encierran un fuerte contenido racista o un previo aporte al conocimiento científico de la herencia.
Para entender un poco más la explicación que encierran estos cuadros tenemos que analizar uno a uno, aunque el recorrido que describen es un buen comienzo. Esta serie se compone de veinte cuadros de los cuales sólo se presentan diecisiete, pues su estado de conservación los otros tres no pueden ser exhibidos. Estos cuadros que no pueden ser exhibidos son los números uno, siete y diez. En ellos no se representan escenas de la vida cotidiana y no hay ningún tipo de fondo, sino una familia nuclear compuesta por la madre el pare e hijo. Se inicia la serie con una familia de “Indios Infieles” que no se mezclan. Le siguen dos secuencias, iniciándose con la familia de cada tronco racial (indio serrano y negro), seguidas de la unión con español hasta terminar en “gente blanca”. La primera corresponde a “Los indios serranos, tributarios civilizados” y la segunda a los “negros bozales de Guinea”. Por último, una tercera y última secuencia en la que se reflejan exclusivamente los diferentes cruces entre indios y negros.
Yndios Serranos Civilizados. Yden
 Finalmente, podemos hacer un análisis de su iconografía que tiene un importante valor histórico para conocer cómo era la indumentaria y el adorno personal. En el presente cuadro: “Yndios serranos civilizados. Yden”, nos llama la atención la escasa capa pictórica que se conserva del varón, al parecer puede que esté usando una “cushma” cubierta por un abrigo echo a base de lana de llama y posiblemente un “San Martín” entre sus codos. La forma en que la india lleva al niño sujeto a la espalda por medio de su manta es tal como lo que se ve hoy en día.
En suma, los cuadros de mestizaje fueron pintados en la etapa del Perú virreinal en los años en que el virrey Manuel Amat y Junyent dirigió poder en el Perú. Actualmente, estos cuadros se encuentran en el Museo de Arte de Lima (MALI) y son considerados como un valor representativo para el estudio de la historia colonial peruana. Además, de por sí manifiestan un cierto racismo propio de la época. Pictóricamente, merece la pena destacar la delicadeza con la que se pintaron las telas y encajes que componen la indumentaria femenina e infantil. Indudablemente, merecen este reconocimiento, ya que son el reflejo de prejuicios, intereses pseudocientíficos y un aporte histórico para el desarrollo de la cultura peruana.


[1] Cfr. Castro 1983: 676
[2] Cfr. García 1989:47
[3] Cfr. García 1989: 21
[4] Cfr. Katzew 1996: 108
[5] Cfr. Katzew 1996: 140


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