viernes, 29 de octubre de 2010

Pinturas Murales Mochica


La Cultura Moche o Mochica se desarrolló durante los ocho primeros siglos de la era cristiana, en lo que hoy son los departamentos de Lambayeque, La Libertad y Ancash, en la costa norte del Perú.[1] Ellos se destacaron por la belleza de sus templos y la excelente calidad de sus pinturas murales fue utilizada para decorar espacios ceremoniales de gran importancia. Del mismo modo  pintaron calendarios ceremoniales; entre las principales pinturas murales tenemos, en Huaca de Cao, (Magdalena de Cao), Huaca El Brujo (Chicama), en Pañamarca (valle de Nepaña), Huaca Pintada (Illimo), Huaca de La Luna (valle de Moche).

Uno de los lugares claves para poder entender las expresiones murales más conspicuas de los Mochicas es el "Complejo Arqueológico El Brujo", el cual se ubica sobre la margen derecha del río Chicama, muy cerca al litoral del Océano Pacífico, en el distrito de Magdalena de Cao, provincia de Ascope, departamento de La Libertad en el norte del Perú.[2] Aquí los Mochicas edificaron huacas que destacaron por las hermosas pinturas murales, la mayoría de los muros y paredes están adornados con representaciones en alto relieve de variados colores.

El complejo arqueológico está constituido por las huacas El Brujo (huaca Cortada) y Cao Viejo (huaca Blanca), en cuyas paredes presentan pinturas murales de que tienen unos relieves de gran hermosura y que han sido perfectamente conservados. La imagen más conocida es la del "Degollador de Cabezas" y las figuras más antiguas que se encuentran aquí son patrones intrincados con características parecidas a las de las serpientes que están pintadas en colores como el amarillo y el rojo. En otros muros también se puede apreciar otros animales como los peces, así como representaciones de la vida diaria y hasta aquellas que muestran escenas de sacrificios humanos.[3]


Las pirámides de Cao Viejo y Huaca Cortada fueron los más importantes edificios para los Mochicas en el valle de Chicama (norte de Perú), como centro del poder y la religión en su tiempo, hoy en día El Complejo Arqueológico el Brujo es una de las más importantes huacas del Perú como centro de las principales investigaciones arqueológicas, motivo de orgullo y centro de atracción para los visitantes del mundo.[4]

Por otro lado el centro ceremonial Pañamarca mostraba en sus paredes varias de las más hermosas e importantes pinturas murales de la cultura Moche. Estos murales mostraban prisioneros con el cuerpo rodeado de serpientes, hombres con enormes garras que hacen cabriolas amenazadoras, zorros sagrados con alas que hacen ofrendas de chicha con copa de plata, sacerdotes con panojelías que constan de elaborados tocados de cabeza, estas finamente tejidas y plumas que van desfilando con el fin de halagar a los dioses o de asustar al espectador.[5] Pero por falta de conservación estos dibujos se han borrado y hoy solo es la ruina de una ruina.´
             

 Por último, La Huaca de la Luna conserva interesantes pinturas murales de 5 colores (blanco, negro, rojo, azul y amarillo), los cuales fueron obtenidos de minerales. En las paredes se puede apreciar la divinidad moche llamada Ai apaec o el dios degollador. Aquí también destacan hermosos murales adornados con frisos y relieves policromados con motivos ligados a mitos como se aprecia en el mural de la "Rebelión de los Artefactos".


[1] Cfr. HUACASDEMOCHE 2010
[2] Cfr. TAVERA 2010
[3] Cfr. SOBRE-PERU 2007
[4] Cfr. TAVERA 2010
[5] Cfr. SPERO 2010

BIBLIOGRAFIA:
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jueves, 28 de octubre de 2010

BIBLIOGRAFIA

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Pinturas de la Escuela Cuzqueña

Diego Quispe Tito fue uno de los mejores pintores indios de la escuela cusqueña:
‘’Fue el pintor cuzqueño más importante del s. XVII, que partiendo del manierismo (v. MANIERISMO I B) llegó a crear un estilo local que fue característico de lo que más tarde se llamó «escuela cuzqueña de pintura»’’. (Enciclopedia GER 2010)
 Su originalidad fue lo que volvió sus pinturas tan importantes. Nació en el año 1611 en la parroquia de San Sebastián, distrito localizado dentro de la ciudad de Cusco. No se tiene muchos datos sobre su comienzo en el arte, excepto el registro del año de su primer lienzo: 1627[1]. Las pinturas de Quispe tuvieron dos etapas. La primera se caracterizaba por tener rasgos de manierismo, que es un estilo artístico que predominó en Italia desde el final del Alto Renacimiento hasta los comienzos del período Barroco, mientras que en la segunda se puede apreciar la influencia de los grabados flamencos. Asimismo, fue seguidor de Gregorio Gamarra y Bernardo Bitti, siendo ambos pintores que aportaron en la escuela cusqueña con sus obras. Algunas de las características de las pinturas de Quispe, las cuales empezaron a ser usadas con más frecuencia desde entonces son la libertad en el manejo de las perspectivas y la abundancia de aves en árboles frondosos.  El uso de estos animales, sobre todo los papagayos selváticos, es interpretado por algunos investigadores como un signo secreto que representaría a la nobleza incaica o la resistencia andina[2]. Las obras más valiosas de este pintor indio se encuentran en la iglesia de su pueblo natal: San Sebastián. Algunas de sus pinturas más importantes son:
La vision de la Cruz

El Retorno de Egipto

El signo Zodiacal







[1] Gisbert 2009
[2] Urrero 2007
[3] Urrero 2007


Bibliografia:
URRERO, Guzman (2007) Maestros de la escuela cuzqueña (http://www.guzmanurrero.es/index.php/Arte/Maestros-de-la-escuela-cuzquena.html) (Fecha de consulta: 04 de noviembre del 2010)


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 (http://nuestraenciclopedia.blogspot.com/2009/09/biografia-de-diego-quispe-tito.html)

jueves, 21 de octubre de 2010

PRE INCA

La pintura mural es sin duda la forma más antigua de la pintura. Recordemos que el hombre siempre ha intentado reflejar sus vivencias, miedos, creencias, etc. Por ello en mi opinión era muy importante para ellos representar estas en escenas que les recordaban parte de lo que le correspondía vivir. En distintas partes del mundo vemos pinturas murales. Pero a nosotros nos interesa la que se da en nuestro país. No sé los motivos que podrían haber tenido nuestros antepasados para querer pintar estas escenas tan comunes para ellos. Ha habido un descubrimiento sorprendente que nos llena de orgullo a todos los peruanos y es que se ha hecho un hallazgo de pintura mural acá en nuestro país que a su vez es la más antigua de América con aproximadamente 4 000 años de antiguedad. Walter Alva, quien es el director del Museo Tumbas Reales de Sipán, dijo que "según los resultados del fechado radiocarbónico realizado en laboratorios Beta de los Estados Unidos, el templo tiene unaventarrón 01 TerraeAntiqvae antiguedad de 4 mil años es decir 2 mil años antes de Cristo".   Lamentablemente, este monumento está en malas condiciones debido a que los pobladores lo han cortado para construir corrales. Además, Alva añadió que este templo fue saqueado por profanadores. Espero que el gobierno tome las medidas necesarias para proteger este valioso hallazgo para las futuras generaciones y que le de la importancia que se merece.
ventarrón 02 TerraeAntiqvae


“Un sistema de construcción totalmente primitivo, muy temprano, muy original (...) no existe otro monumento en el norte del Perú que tenga esas características de construcción”, aseguró agregando que pesar de tener un cerro al frente no usaron la piedra.


ventarrón 03 TerraeAntiqvae


Además Walter Alva dijo que se encontraron esqueletos de animales como ofrenda y como parte de un ritual.






Cuadros de Mestizaje del Virrey Amat

Uno de los acontecimientos históricos más importantes de los últimos tiempos ha sido, sin duda alguna la exposición de “Los cuadros de mestizaje del Virrey Amat”, suscitado en 1999. Se trata de un conjunto único en su género con indudable interés científico que nos permite conocer cómo era la indumentaria y el adorno personal en el Perú de hace más de dos siglos. Además, se compone de diecisiete de las veinte pinturas que fueron enviadas a España para ilustrar la “mezcla de razas” en el Perú a través de varias generaciones. El presidente del Museo de Arte de Lima (MALI) se pronunció de la siguiente manera, al enterarse que los cuadros regresaban a Perú:
“En 1770 el virrey Amat envió, con destino al Gabinete de Historia Natural del Rey Carlos III, veinte lienzos que representan el mestizaje en la sociedad peruana. Se intentaba así en el marco de la Ilustración hispánica, describir las particularidades de la sociedad y de la geografía americana a través de la imagen visual. Hoy más de dos siglos después, y tras una cuidadosa restauración, estas obras se presentan por primera vez al público peruano.”
Los españoles consideran al mestizaje como una mutación del aspecto físico que atrajo una atención excepcional en la América Virreinal. Tal era esa atracción, que los pintores de la Escuela Mexicana del siglo XVIII la plasmaron en los conocidos como “cuadros del mestizaje”. Estos cuadros de mestizaje, formaron parte de las colecciones del Real Gabinete de Historia Natural. Tal museo presenta dos colecciones completas de cuadros de mestizaje: una mexicana, conformada por dieciséis cuadros y firmada por el pintor poblano José Joaquín Magón; la otra, peruana, compuesta por veinte cuadros y anónima, es la única existente con estas características. Cabe resaltar que hasta el momento se han descubierto más de cien series de estos cuadros, pero gran parte de ellas están incompletas y, como ya hemos mencionado, casi todas son mexicanas, a excepción de la procedente del Perú que se presenta en este tema.
Insertándonos en la época en que se pintaron, se trata de quince años asombrosamente divertidos, faranduleros, matizados con un loable crecimiento económico y bélico junto a una desusada protección de las artes. Lima era la capital esplendorosa de los virreyes en América. Ahí residía la concentración del poder, las armas, la burocracia y la iglesia católica que provenía de un oscuro y cruel período de Inquisición. El gobernador era el Virrey Amat y Junyent,  un catalán de 56 años, militar ascendente en su patria, a quien el gobierno de España lanzó primero a Chile desde 1755 a 1761. Su gobierno fue tan exitoso que lo catapultaron al de Perú, a la cabeza del Virreinato más importante de América. Era de aquellos catalanes extremadamente vigorosos, valientes hasta la exageración, jamás permanecía quieto, visionario empresarial y obtenía sus designios con obsesiva constancia. Gustaba de las mujeres, el buen vino y sobretodo las artes. Asimismo, cuidaba y cultivaba el arte de gobernar con eficiencia. La historia peruana lo recuerda por sus amoríos con la Perricholi, el término fue acuñado por una perversa mezcla entre “perra” y “chola”; no fue ajeno a la creación, la pronunciación acatalanada del virrey.

Virrey Manuel Amat y Junyent
Los diferentes autores que han estudiado y estudian este tipo de pintura no se ponen de acuerdo a la hora de determinar cual fue la causa que le dio origen, ya que es prácticamente inexistente la documentación sobre ella.
En uno de los primeros trabajos sobre cuadros de mestizaje publicado en 1912, se dice que se mandaban pintar por las autoridades virreinales para que sirviesen como códigos, a los cuales tenían que someterse todas las cuestiones en que se ventilasen orígenes mestizo o grados de mesticidad[1].
Otros autores más modernos consideran que fueron producidos para un tipo de público tanto español como criollo. Mientras que para García Sáiz las clasificaciones son el pretexto que les dio origen; ante los ojos de una clientela, que quiso llevar de regreso a su casa una visión real de la sociedad americana y la curiosidad pseudocientífica de muchos hombres ilustrados del s. XVIII pudo ser el punto de arranque de estas obras con una finalidad bastante clara: la de ser “exportados”[2].
En cambio, para Miguel Ángel Fernández su temática era el resultado de las uniones, la interrelación de grupos heterogéneos, es decir, la sociedad, retratada por sí misma, no admite que se hubieran pintado como “evocación nostálgica” por parte de extraños a ella.[3] Ilona Katzew propone también que este tipo de pintura está relacionada con la formación de la identidad de México durante el siglo XVIII[4]. Finalmente, para un autor mexicano como  Klor de Alva la pintura de castas trataba de captar en imágenes, básicamente, la jerarquía socioeconómica, los prejuicios sociales, y las prácticas discriminatorias sobreimpuestas al caos genealógico; la pintura de castas no podía ser inconsistente.[5] En definitiva, esta pintura aparece como un fenómeno típico dentro del espíritu de la Ilustración, cuando se inician las clasificaciones y sistematizaciones de todos los seres de la naturaleza.
Por tal motivo, podemos considerar a “Los cuadros de mestizaje” como la aparición de un nuevo tipo de pintura que mostraba los diferentes grupos humanos surgidos de los tres tipos que conformaban la población de aquel continente: blancos, indígenas y negros. Generalmente, esta pintura se presenta en series de 16 cuadros y muy raramente en un solo lienzo divido en partes, y en ellos encontramos el resultado de las diversas mezclas raciales y sus denominaciones taxonómicas. En México, de donde proceden prácticamente todas las series conocidas hasta ahora, se ha denominado a estos cuadros como “castas”, pues este es el término que se utilizaba allí para designar a las mencionadas mezclas raciales, así como la composición socioeconómica de la sociedad.
Sin embargo, no podemos considerar tales cuadros como “castas”, pues no señala la composición socioeconómica de la sociedad, al no haber ningún tipo de escena que aluda a ella, sino más bien las mezclas que se producían debido a los diferentes “cruces”. Al parecer no solo Darwin y Mendel fueron aquellos que se preocupaban por el tema de herencia y evolución. Quizá, estos cuadros encierran un significado científico para aquel tiempo más que artístico. Asimismo, fueron enviados al Gabinete de Historia Natural que fue, nada menos, una de las principales instituciones científicas del siglo XVIII. Ante ello, es un tema debatible saber si es que estos cuadros encierran un fuerte contenido racista o un previo aporte al conocimiento científico de la herencia.
Para entender un poco más la explicación que encierran estos cuadros tenemos que analizar uno a uno, aunque el recorrido que describen es un buen comienzo. Esta serie se compone de veinte cuadros de los cuales sólo se presentan diecisiete, pues su estado de conservación los otros tres no pueden ser exhibidos. Estos cuadros que no pueden ser exhibidos son los números uno, siete y diez. En ellos no se representan escenas de la vida cotidiana y no hay ningún tipo de fondo, sino una familia nuclear compuesta por la madre el pare e hijo. Se inicia la serie con una familia de “Indios Infieles” que no se mezclan. Le siguen dos secuencias, iniciándose con la familia de cada tronco racial (indio serrano y negro), seguidas de la unión con español hasta terminar en “gente blanca”. La primera corresponde a “Los indios serranos, tributarios civilizados” y la segunda a los “negros bozales de Guinea”. Por último, una tercera y última secuencia en la que se reflejan exclusivamente los diferentes cruces entre indios y negros.
Yndios Serranos Civilizados. Yden
 Finalmente, podemos hacer un análisis de su iconografía que tiene un importante valor histórico para conocer cómo era la indumentaria y el adorno personal. En el presente cuadro: “Yndios serranos civilizados. Yden”, nos llama la atención la escasa capa pictórica que se conserva del varón, al parecer puede que esté usando una “cushma” cubierta por un abrigo echo a base de lana de llama y posiblemente un “San Martín” entre sus codos. La forma en que la india lleva al niño sujeto a la espalda por medio de su manta es tal como lo que se ve hoy en día.
En suma, los cuadros de mestizaje fueron pintados en la etapa del Perú virreinal en los años en que el virrey Manuel Amat y Junyent dirigió poder en el Perú. Actualmente, estos cuadros se encuentran en el Museo de Arte de Lima (MALI) y son considerados como un valor representativo para el estudio de la historia colonial peruana. Además, de por sí manifiestan un cierto racismo propio de la época. Pictóricamente, merece la pena destacar la delicadeza con la que se pintaron las telas y encajes que componen la indumentaria femenina e infantil. Indudablemente, merecen este reconocimiento, ya que son el reflejo de prejuicios, intereses pseudocientíficos y un aporte histórico para el desarrollo de la cultura peruana.


[1] Cfr. Castro 1983: 676
[2] Cfr. García 1989:47
[3] Cfr. García 1989: 21
[4] Cfr. Katzew 1996: 108
[5] Cfr. Katzew 1996: 140


miércoles, 20 de octubre de 2010

El Graffiti como Pintura Mural


El graffiti es el arte del pueblo. Es la voz de los mudos sociales y la forma de expresión más libre que pueda manifestarse públicamente. En el Perú, el legado del graffiti, y más específicamente, del arte mural, se remonta desde hace ya varias generaciones y es que el ser humano siempre ha necesitado de alguna manera para exteriorizar sus disconformidades con el sistema.




La mayoría de sociólogos afirman que el graffiti apareció en el Perú en la década del 90, pero podemos remontar su nacimiento incluso diez años antes. Podríamos decir que este tipo de arte se ha desarrollado principalmente en las ciudades más urbanizadas del país, sobretodo en la capital. Ya en los años 80s comenzaba a emerger con fuerza el arte de pintar y taggear los muros con seudónimos. Además, el boom de deportes como el skate -el cual está íntimamente ligado al graffiti debido a su naturaleza urbana- empezaba a cobrar importancia en Lima. Personas con solvencia conseguían revistas como Thrasher Magazine c opiaban los diseños que allí aparecían. [1] Sin embargo, la paranoia social debido al terrorismo de la época puede haber menguado en la difusión de esta práctica artística, debido a que los involucrados no deseaban ser confundidos con subversivos o simpatizantes. [2]


El graffiti ha actuado en la sociedad peruana como una especie de catarsis, pero catarsis de un público especialmente joven. Es la juventud, con su ímpetu revolucionario e ideas claras, la que generalmente se aventura a decorar los muros de la ciudad. Los hay de varios tipos, pero los graffitis más frecuentes suelen tener un corte artístico y ocasionalmente, político. Los hay también como el del artista Ozono, el cual plasmó la la frase "Si encuentras mi capa... Cuídala! Podemos decir que éste es uno de los reflejos más inmediatos de la dinámica social. 

Actualmente en las calles de nuestra ciudad podemos observar cantidad de gráficos que adornan desde las principales vías públicas hasta los puentes menos accesibles. Es importante tomar en cuenta que detrás de esos dibujos (que suelen ser anónimos) existen personas movidas por la pasión de un motivo, ya que hasta hace relativamente poco, el graffiti estaba fuertemente asociado con la marginalidad.[3] Al leer ciertas frase o dibujos, se tiene la sensación de estar observando una pintura rupestre, en el sentido que podemos ver qué técnicas han utilizado, cuál dominan mejor y sobre qué nos quieren hablar. 


Usualmente, se suele utilizar la crítica y la mofa para expresar una opinión acerca de un tema actual. Los más recurrentes suelen ser política (acontecimientos y personajes) y representaciones oníricas propias de los autores. 

Finalmente, hoy en día, el graffiti ha empezado a dejar atrás el estigma de arte marginal y subterráneo con el cual había cargado hace casi dos décadas [4] para transformarse en una expresión visual libre y hasta lucrativa. Grupos de graffiteros se agrupan en crews para establecer una línea y una temática general en sus trabajos: [5] el crew Fumakaka ha tenido una excelente acogida con la instalación urbana del Fabuloso Circo Fantasma en Barranco y el dúo Entes y Pésimo han expuesto sus trabajos en glerías de arte de corte interncional como La Despensa. De esta manera, el graffiti se reivindica dentro de la sociedad. 

[1] González 2007 
[2] Galloso 2006
[3] Cfr. Silva 2003:2
[4] Figueroa 2001
[5] Solari 2010



B I B L I O G R A F Í A


BRAVO, Felipe. El movimiento del graffiti en Lima. (http:www.ich.edu.pe/ururi/26/links/10-11.pdf) (Fecha de consulta: 17 de octubre del 2010)

FIGUEROA, Merecedes (2001) Graffiti en Lima: Una forma juvenil de conocer, reconocerse y darse a conocer en la ciudad. (http://blog.pucp.pe/item/43977/fotolog-graffiti-en-lima-una-forma-juvenil-de-conocer-reconocerse-y-darse-a-conocer-en-la-ciudad) (Fecha de consulta: 15 de octubre del 2010)

GALLOSO, Jose Antonio (2006) El Graffiti en Lima: la locura del spray. (http://joseantoniogalloso.blogspot.com/2006/04/el-graffiti-en-lima-la-locura-del.html) (Fecha de consulta: 15 de octubre del 2010)

GONZALEZ, Renzo (2007) Bombardeando Lima. (http://www.renzogonzalez.com/?p=27) (Fecha de consulta: 16 de octubre del 2010)

QUEZADA, Oscar (1998) Los tatuajes de la ciudad: Graffiti en Lima. Lima: Cultura y Sociedad.

SILVA, Armando. La Ciudad como comunicación. (http://www.dialogosfelafacs.net/articulos/pdf/23ArmandoSilva.pdf) (Fecha de consulta: 16 de octubre del 2010)

SOLARI, Carlos (2010) Graffiteros: Entes y Pesimo en La Despensa. (http://www.ladespensa.pe/?p=38) (Fecha de consulta: 16 de octubre del 2010)